ArcheoRoma / Eventos / El Arte de los Papas – De Perugino a Barocci

El Arte de los Papas – De Perugino a Barocci

6 marzo - 31 agosto 2025

La muestra se propone como una experiencia del alma, un recorrido que trasciende los límites de la historia del arte para ofrecer una reflexión sobre el sentido de la vida a través de la belleza. Un itinerario espiritual y artístico compuesto por 38 obras maestras procedentes de los principales museos italianos, como un refinado homenaje al diálogo entre el mecenazgo papal y la pintura sacra, desde el Renacimiento hasta el Barroco.

Castel Sant’Angelo – 50, Lungotevere Castello

Federico Barocci. Virgen con el Niño y San Juan (detalle)
Federico Barocci. Virgen con el Niño y San Juan, Óleo sobre lienzo, ca. 1564-65 (detalle). Palazzo Ducale di Urbino - Galleria Nazionale delle Marche - MIBAC

En el corazón de la Roma monumental, Castel Sant’Angelo se transforma en un cofre de belleza y meditación para acoger la exposición El Arte de los Papas. De Perugino a Barocci. Comisariada por Arnaldo Colasanti, con la colaboración de Annamaria Bava y promovida por el Centro Europeo para el Turismo y la Cultura, presidido por Giuseppe Lepore, la exposición forma parte del programa oficial del Jubileo 2025, con el patrocinio del Dicasterio para la Evangelización dirigido por el Arzobispo Rino Fisichella.

Alojada en uno de los lugares más emblemáticos de la cristiandad, la muestra reúne, mediante una cuidadosa selección, 38 obras procedentes de prestigiosas instituciones como la Galería Nacional de Umbría, la Galería Nacional de las Marcas, la Galería Nacional de Arte Antiguo – Palacio Barberini y Galería Corsini, y los Museos Reales de Turín – Galería Sabauda, además de la Academia Nacional de San Lucas y algunas instituciones municipales como el Museo Cívico Diocesano de Acquapendente.

Una exposición entre belleza y redención

El Arte de los Papas se configura como una exposición temática que se aparta del canon cronológico, para adoptar en su lugar una narrativa iconográfica basada en la resonancia espiritual. El visitante no se enfrenta a una simple sucesión estilística, sino que emprende un auténtico viaje simbólico a través de las grandes cuestiones de la existencia, mediadas por la pintura y la devoción.

Cada obra no es solo testimonio de maestría técnica, sino portadora de un mensaje profundo: la Encarnación, el perdón, la misericordia, la esperanza, la humanidad doliente y redimida. La muestra pretende hacer visible, como señalan los comisarios, «el sueño eterno del bien«, mediante un lenguaje pictórico refinado y conmovedor.

Un proyecto cultural y espiritual para el Jubileo

El contexto jubilar confiere al evento un significado adicional. El arte, en esta exposición, se convierte en vehículo de evangelización, tal como lo pretendían los papas mecenas. Desde el Renacimiento hasta la Contrarreforma, la Iglesia ha utilizado la imagen como instrumento pedagógico y salvífico, capaz de traducir la teología en experiencia sensible. Esta exposición representa una perfecta encarnación de esa visión. Es un recorrido en el que la tradición se vuelve contemporánea, donde el pasado habla al presente a través del lenguaje universal de la belleza.

El mecenazgo papal como motor artístico

Gracias a los Papas, Roma fue no solo Ciudad Santa, sino también un taller para artistas internacionales, atraídos por el mecenazgo de la corte clerical y de la sociedad aristocrática. Los Papas actuaron como mecenas decisivos para el desarrollo de las artes figurativas en Italia.

Su acción moldeó no solo el rostro urbano de Roma, sino que creó las condiciones para una producción artística capaz de influir en toda Europa. En este contexto, el proyecto expositivo pretende rendir homenaje a esa función, subrayando la centralidad del mecenazgo papal y eclesiástico en el nacimiento de algunos de los más altos logros de la pintura italiana. La intención es contar historias de fe, esperanza, redención y perdón, pero también de dolor y sacrificio, a través de obras raramente expuestas.

Roma: taller del espíritu y del arte

Durante los siglos de plena afirmación del poder temporal y espiritual del Papado, Roma se convierte en encrucijada de artistas e ideas. La ciudad se configura como un gran taller: las basílicas se decoran, las capillas privadas acogen ciclos iconográficos complejos, los palacios cardenalicios se enriquecen con arte sacro. En este contexto, pintores como Perugino, Annibale Carracci, Federico Barocci y muchos otros, encontraron un terreno fértil para desarrollar una nueva gramática de la imagen sagrada, capaz de unir idealización clásica y pathos cristiano.

El papel didáctico de la imagen

Las obras expuestas responden a una necesidad concreta de la Iglesia: comunicar al pueblo el contenido de los misterios cristianos de forma accesible, conmovedora y visualmente poderosa. La muestra documenta no solo una evolución estilística, sino también una función esencial: la imagen como lectio divina visual, como herramienta de meditación, como vía de conocimiento de lo Invisible.

En el contexto de la tradición cristiana occidental, la imagen ha desempeñado siempre una función esencial: educar, transmitir, conmover. En una época en que la mayoría de la población era analfabeta, la pintura sacra era un verdadero instrumento pedagógico al servicio de la Iglesia. Las imágenes, expuestas en iglesias, palacios apostólicos o encargadas por los Papas para capillas y conventos, tenían la tarea de ilustrar los dogmas, los Evangelios, la vida de los santos, haciendo accesible el contenido de la fe incluso a los más sencillos.

La pintura como sermón silencioso

No se trataba únicamente de ornamento: la pintura era un sermón silencioso, capaz de actuar con mayor inmediatez y fuerza persuasiva que la palabra. Las expresiones de los rostros, los gestos litúrgicos, los símbolos codificados y las escenografías narrativas permitían al espectador identificarse con los protagonistas de la historia sagrada. Así se afirmaba la idea, retomada por los Padres de la Iglesia, de que “el arte habla al corazón cuando la palabra no basta al intelecto”.

Durante el Renacimiento y, con renovado vigor, en la Contrarreforma, el Concilio de Trento (1545–1563) reafirmó la necesidad del arte figurativo como apoyo a la fe, siempre que estuviera orientado a la claridad, la decencia y la verdad. El artista se convertía así en aliado del teólogo: el arte sacro se convertía en una “teología en imágenes”. Es en el marco de esta visión donde debe entenderse la intención profunda de la exposición: evocar esa época en que el pincel era un instrumento pastoral, y la pintura una ventana hacia lo divino.

El recorrido expositivo

El montaje se estructura en ocho secciones temáticas, cada una de las cuales profundiza en una dimensión específica de la experiencia cristiana. Las obras no están dispuestas según la cronología de los artistas, sino en función de correspondencias teológicas, emocionales y simbólicas. Este enfoque permite un diálogo entre obras alejadas en el tiempo, pero cercanas en espíritu.

Temas y visiones: las ocho secciones

  • La infancia espiritual: el misterio de la Encarnación, con escenas tiernas de la Natividad y la infancia de Cristo.
  • El rostro de la Virgen María: la dulzura y la fuerza de María, entre maternidad e intercesión.
  • La escuela del perdón: Cristo juez y redentor, y los santos como testigos de la misericordia.
  • Visiones del amado amante: la experiencia mística del amor divino, reflejada en las miradas extáticas de los santos.
  • Las mujeres del corazón cristiano: figuras femeninas bíblicas y hagiográficas, entre fe y martirio.
  • El dolor, la pobreza y la esperanza: la Pasión, pero también la caridad y la salvación.
  • La sabiduría de los santos: la doctrina viviente de los Padres de la Iglesia y los teólogos místicos.
  • El arte de los papas: la magnificencia de los encargos pontificios, síntesis de poder, fe y belleza.

Obras maestras en diálogo

Las obras expuestas desarrollan los temas esenciales del Evangelio: la infancia, el perdón, el rostro de la Madre, la lección de la pobreza, la esperanza del amado amante, la sabiduría de los santos y la fidelidad de la Iglesia. La exposición narra, a través de la pintura, el deseo de Roma de ser ciudad santa, guardiana de un patrimonio artístico construido durante siglos gracias al compromiso de los Papas. Entre las obras más destacadas de la muestra, cabe señalar:

  • La Virgen con el Niño, San José y San Pedro Mártir de Andrea del Sarto, procedente de la Galería Nacional de Arte Antiguo, que combina la intimidad familiar con la solemnidad doctrinal.
  • Adoración del Niño con San Jerónimo y San Francisco de Savoldo, donde la luz crea una atmósfera sagrada nocturna de recogimiento.
  • Adoración de los pastores de Luigi Crespi, en la que la sencillez de los gestos campesinos se ennoblece en el gesto litúrgico.
  • Anunciación de Carlo Maratti, un ejemplo brillante de clasicismo devoto.

La exposición continúa con obras de maestros como Perugino,Anton Raphael Mengs,Annibale Carracci,Pietro da Cortona, el Cavalier d’Arpino,Pompeo Batoni,Giovanni Battista Salvi conocido como Sassoferrato, Anton Raphael Mengs y Baptistello Caracciolo. El viaje culmina con las visiones luminosas de Federico Barocci, con sus inconfundibles nubes rosadas, que confieren a las escenas sagradas una dimensión onírica y mística.

De Perugino a Barocci

La exposición se abre idealmente con Pietro di Cristoforo Vannucci, conocido como el Perugino, y se cierra con Federico Barocci, dos polos artísticos y espirituales que representan etapas cruciales en el curso de la pintura sacra italiana. El primero es expresión de la gracia clásica del Renacimiento temprano; el segundo, del lirismo interior y el visionarismo del manierismo pleno, precursor del Barroco. Entre estos dos extremos se desarrolló un siglo y medio de extraordinaria creatividad, alimentada por el fermento religioso y el mecenazgo papal.

Perugino

Perugino, maestro también de Rafael, impone un estilo equilibrado y sereno: sus figuras parecen inmersas en una atmósfera suspendida, donde el tiempo se detiene en contemplación. Sus Vírgenes y sus Cristos no gritan, sino que acogen; el silencio que envuelve sus paisajes colinosos es el mismo del recogimiento interior. El ideal humanista se fusiona con la elevación espiritual: belleza y verdad se identifican.

Federico Barocci

Federico Barocci, en cambio, anticipa sensibilidades modernas. Sus composiciones están animadas por un pathos teatral, por colores vibrantes, por un sentido místico que se manifiesta en gestos enfáticos, en miradas elevadas al cielo, en atmósferas cargadas de emoción. Sus “nubes rosadas”, que se han vuelto casi una firma estilística, transfiguran la escena sagrada en una visión extática. La humanidad de Barocci es tierna, afectiva, profundamente encarnada: la fe se convierte en experiencia carnal y sentimental.

El misterio a través de la belleza

Entre estos dos maestros, la exposición presenta obras de figuras igualmente fundamentales: Annibale Carracci, innovador de la escuela boloñesa y defensor de un regreso a la verdad en la representación religiosa; Pietro da Cortona, que con su energía barroca explora la relación entre el cielo y la tierra; Giovanni Battista Salvi, conocido como el Sassoferrato, devoto cantor del rostro de María, y Pompeo Batoni, protagonista de la época de la Contrarreforma romana. Este amplio arco cronológico permite al visitante captar la evolución de las formas, pero también la persistencia de una intención unitaria: representar el misterio a través de la belleza.

Presencias femeninas e iconografía mariana

A central theme of the exhibition is the representation of the sacred feminine figure, explored both in the form of the Virgin Mary and in that of female saints and biblical women. Within the patriarchal context of the Church, art has been able to express with deep sensitivity the centrality of the feminine in the history of salvation.

The Madonna, in particular, is the most frequently depicted figure in the history of Christian art. From the Byzantine Theotokos to the seventeenth-century Mater Dolorosa, her face has become a mirror of compassion, tenderness, and intercession. In this exhibition, the variety of Marian depictions illustrates not only popular devotion and theological development but also how painting has expressed human emotion, motherhood, and piety.

Virgen y Santos

The Madonnas of Sassoferrato, for instance, are true portraits of the soul: downcast eyes, hands gently clasped, pearlescent complexions, faces of a beauty that becomes silent prayer.

Alongside Mary, the exhibition includes other female figures laden with symbolic and spiritual significance: Mary Magdalene, emblem of conversion and redemptive love; Saint Catherine of Alexandria, with her martyrdom of wisdom; and Saint Teresa of Ávila, embodiment of mystical ecstasy. Through these faces, the exhibition offers a complex and nuanced image of womanhood within Christian tradition—not relegated to a subordinate role but elevated as a privileged witness of the divine.

It is significant that many of these works were intended for private contexts: family chapels, female convents, oratories. This speaks to a form of domestic devotion, intimate and often feminine, that fueled artistic production and the dissemination of sacred imagery. Marian iconography, in particular, thus becomes a bridge between heaven and earth, between theology and humanity, between the sublime and the everyday.

The Echo in the Contemporary

One of the most original aspects of the exhibition is its openness to a contemporary visual language. Several rooms host recent works by artists such as Bruno Ceccobelli, Luigi Stoisa, Giuseppe Salvatori, and Giorgio Di Giorgio, who engage with the same themes found in early sacred painting—faith, the divine, absence, redemption—but through the expressive codes of twentieth- and twenty-first-century art.

These contemporary presences are neither artificial nor peripheral. On the contrary, they offer a renewed lens through which to interpret the relationship between art and spirituality. Ceccobelli, for instance, with his poetics grounded in alchemical materials and archetypal symbolism, revitalizes the meditative function of the image. Stoisa, through the use of humble materials and forceful gestures, evokes the dimension of suffering and purification. Salvatori explores the theme of light as epiphany, while Di Giorgio reinterprets the sacred in conceptual terms, often starting from the fragmentation of traditional iconography.

These works engage in an ideal dialogue with the masterpieces of the past—not through stylistic continuity, but through a shared thematic persistence. They affirm that even in a secularized age, the need for the sacred, for beauty, for meaning has not disappeared. When authentic, art continues to interrogate the mystery; it becomes a space for transcendence. Far from being anachronistic, religious painting reveals itself to be more relevant than ever: capable of filling the voids of the present with an intensity that goes beyond the visible surface.

Por qué visitar la muestra

El Arte de los Papas es mucho más que una muestra museográfica: es una oportunidad única para reinterpretar el diálogo entre poder y espiritualidad, arte y teología, belleza y misericordia. Es una invitación a la contemplación, al conocimiento del patrimonio artístico italiano y a la introspección personal. En una época de imágenes fugaces y consumibles, esta exposición devuelve a la mirada su valor sagrado. Cada lienzo es una invitación a detenerse entre la belleza y la fe, cada rostro pintado es un espejo de lo humano transfigurado.

Con ocasión del Jubileo, visitar esta exposición significa también reconectarse con una tradición de fe que ha encontrado en el arte su cuerpo visible. Es una ocasión para descubrir la historia de Roma a través de los ojos de sus artistas y de sus Papas, y para acercarse a una belleza que no es un fin en sí misma, sino un vehículo de redención, una res mirabilis capaz de elevar el espíritu.

El arte se convierte así en el lenguaje con el que la ciudad expresa su memoria, su tradición y su ideal universal de belleza y redención. La muestra ofrece una experiencia temática que, al margen del rigor cronológico, desarrolla los temas evangélicos: la infancia, la maternidad, la alegría y el sufrimiento, la resurrección, la misericordia, la esperanza.

Vos avis et vos commentaires

Partagez votre expérience personnelle avec la communauté ArcheoRoma, en indiquant sur une valeur de 1 à 5 étoiles, combien vous recommandez "El Arte de los Papas – De Perugino a Barocci"

Subscribe
Notify of
guest
0 Comments
Newest
Oldest Most Voted
Inline Feedbacks
View all comments

Événements similaires

Tous les événements